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Formando el equipo REVA participamos de la 3º fecha del Campeonato Argentino de Orientación en La Cumbrecita - Córdoba (17 y 18/9/2005) Partimos en el micro de la organización aproximadamente a las 21:00 desde Puente Saavedra. Luego de una breve parada en Pergamino y de dormir (más o menos) a eso de las 8:00 del sábado pasamos por Villa General Belgrano. El plan original era detenernos para desayunar pero parecía un pueblo fantasma. Seguimos hacia La Cumbrecita donde llegamos a eso de las 9:30. En el trayecto mini curso de orientación. En la entrada del pueblo una curva en pendiente de bajada dificultó el paso del micro, nos tuvimos que bajar para que pudiese doblar. Inscripción, entrega de las pecheras, armado del bolso de auto asistencia, preparativos de último momento. A las 11:30 charla obligatoria. Después nervios hasta las 14:00 hora de la largada.
Se veían dos tipos de participantes bastante diferenciados. Por un lado los que llamamos “los corredores”, enfundados en sus calzas, con zapatillas todo terreno, mochilita mínima y sistema de hidratación; y por el otro “los montañeros” en general con pantalones y botas de trekking, mochilas de ataque 20 litros y bastones. Nosotros, que no corremos ni al colectivo, estábamos prolijamente encolumnados en la categoría “montañeros” 13:55, entrega de los sobres con mapas y pasaportes. A las 14:00 suena el silbato y largamos. No a correr, a abrir el sobre y estudiar el mapa para establecer la estrategia. Teniendo en cuenta nuestra falta de experiencia, para el primer día decidimos seguir el consejo de Pablo Bravo, ir a los puntos 1 a 5 ya que el muchacho “algo” sabe de esto. (Campeón 2004) Pensamos también que quizás pasaríamos por el 6 que Pablo había pintado como más difícil, si íbamos bien de tiempo. A las 14:20 emprendimos la marcha hacia el PC1. Situado al sudoeste del cerro Los Cerritos no cabía duda que era ese que podíamos ver desde donde estábamos. Seguimos por el camino hasta estar a la altura del cerro y giramos hacia el oeste a campo traviesa.
Una subida fácil y llegamos. Pero, ¿dónde esta el PC1? Hay que mirar bien la carta, no es este cerro, es el de allá atrás. Bajar y volver a subir. Llegamos. PC1 foto y celebración, ¡Ya teníamos 50 puntos! Eran las 15:10 mucho tiempo para un desnivel de 150 metros y una distancia de 1,2 Km. Rumbo al PC6 a “solo” 2,4 Km. a vuelo de pájaro. Pero volar no era una opción, sólo estaba permitido el trekking. Avanzamos en la ruta que nos permitía ir tanto al PC6 como al PC2. El avance de la hora fue determinante, directamente al PC2 o se nos haría tarde. Bajamos al arroyo, lo seguimos aguas arriba y encontramos el PC2 bien escondidito en una quebradita al pie del paredón de donde caía un hilo de agua. ¡Otros 50 puntos y vamos por más! Hasta aquí habíamos recorrido unos 3,6 Km. y eran las 16:55. Nos dirigimos cuesta arriba en búsqueda del PC3. Lo encontramos a unos 800 m de distancia y 100 metros más arriba en unos 30 minutos. Ya teníamos 125 puntos. Ir al PC4 era fácil, bajar hacia el valle del Río del Medio y buscar la confluencia. Aproximadamente unos 1,2 Km. que recorrimos en 25 minutos. Eran las 17:20 y habíamos sumado otros 75 puntos. Para ir al PC5 había que subir, el desnivel era de aproximadamente 100 metros. La ubicación del PC5 parecía sencilla, en un vallecito a casi cota 1600. Llegamos al lugar y del PC5 ni noticias. Otros equipos revoloteaban por la zona pero ninguno lo encontraba. Eran ya las 18:00 y estábamos cansados. Abandonamos la búsqueda y tomamos la huella de 4X4 que nos llevaría a la zona de acampe y al fin del primer día. Entregamos el pasaporte a las 18:40, bajamos el bolso de auto asistencia, armamos carpa, sopa quick, fideos con salsa y al sobre. Habíamos recorrido unos 6,5 kilómetros en 4 horas 20 minutos.
El plan para el día siguiente incluía los puntos 8, 9, 10, 11, 12 y 13, con lo que pensábamos recolectar otros 250 puntos. A las 4:00 nos despertaron las voces de los que se preparaban a salir a las 5:00. Como ya no íbamos a dormir, al rato nos levantamos, desayunamos opíparamente, desarmamos campamento y subimos el bolso hasta el camino. A las 6:30 nos pusimos en marcha rumbo al PC8. Lo alcanzamos rápidamente y a las 6:45, ya con las primeras luces del alba rumbeamos hacia el PC9. Era una simple travesía de 800 metros por el filo. A las 7:15 lo alcanzamos y otros 50 porotos para la colección. Allí nos encontramos con otro equipo mixto que había salido un poco antes que nosotros. Eran de Villa María, dedicados a las carreras pero de orientación poco. Nos preguntaron si esas rocas que se veían eran las curvas de nivel. No era momento para explicar algo tan extraño como que las curvas de nivel son una representación gráfica de la superficie del terreno pero que sólo existen en la afiebrada imaginación de los topógrafos, “orientólogos” y otros ejemplares de la misma calaña. Nos dijeron que querían ir al PC16. Estudiando el mapa vi que siguiendo el filo y dando la vuelta al valle podíamos describir un arco que nos llevaría al PC10 pasando por el 16 minimizando los desniveles. Nos pusimos en marcha siguiendo el filo. Eso fue un error. El valle a rodear hasta el PC16 era enorme. A las 8:30 viendo que nunca llegaríamos decidí cortar directo al PC10. Bajamos al valle, remontamos del otro lado y ¡Oh sorpresa! caímos justo en el PC16, de haber ido derecho habríamos ahorrado por lo menos 30 minutos.
Llegamos al lugar donde se suponía que debía estar el PC10 y no lo veíamos. Buscando en los alrededores finalmente lo encontramos. Eran las 11:00. Poco tiempo para recorrer los casi 3 Km. a vuelo de pájaro que nos faltaban para llegar a la meta. Decidimos obviar al PC11 e ir derecho al 12. Derecho 180°, ¡una pinturita! Y a las 11:30 ahí estaba el PC12, 100 metros más abajo, a nos más de 300 metros a vuelo de pájaro, ¡del otro lado del cañadón! Craso error al leer la carta, no vi que entre el 10 y el 12 pasaba el arroyo. De nuestro lado una bajada abrupta. Del otro un grado … (no se que grado) pero nosotros no lo subíamos.
Bajamos y fuimos la envidia de las cabras. Subimos con algunos pasajes de escalada (muy fácil pero escalada al fin ya que usamos las cuatro patas), cruzamos el filo y encontramos la senda que nos llevaría a la civilización. Ya eran pasadas las 12:00. Agotados por la trepada, nos arrastramos cuesta abajo por los zigzag del camino de herradura. Un descenso de 300 metros que se hizo interminable. Los minutos que seguían pasando inexorables comiéndose los puntos que tanto nos había costado obtener. Pero marchábamos, sin parar, deshidratados, los pies doloridos, esas piedritas que se metieron en la bota, con sólo la voluntad de llegar animándonos . . .
Almorzamos, nos cambiamos, armamos las mochilas para el viaje, tomamos licuado de banana, tomamos gaseosa, tomamos jugo, tomamos agua, ¡no nos tomamos el arroyo de casualidad! Como el micro no subía con todos nosotros pateamos cuesta arriba. Eran las 16:45 cuando finalmente rumbeamos hacia Buenos Aires. Paramos a cenar en Río Cuarto, dormimos a pierna suelta y llegamos a Puente Saavedra a las 4:45 del lunes. Pudimos conseguir un taxi que nos llevó a casa, creo que esa fue la parte más peligrosa de la aventura, parecía que en cualquier momento perdíamos las ruedas traseras. Conclusiones: excelente experiencia, hay que practicar más la navegación sin GPS y en lugares complicados por la falta de puntos de referencia y lo engañoso de la topografía. Recomendable usar pantalón largo en este tipo de terreno. Algunos que fueron fresquitos con los cortos volvieron con las piernas prolijamente arañadas. La organización un lujo, mucha seguridad lo cual daba una tranquilidad importante. |