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Salida a Vallecitos del 29 de
abril al 3 de mayo de 2005 Esta salida libre del CABA (Centro Andino Bueno
Aires) comenzó planificándose como una salida al Cerro Santa Elena (Cristo
Redentor). La reunión informativa fue el 13 de abril en la sede del CABA y el
sábado 23 en el CENARD se organizaron las carpas e intercambiaron teléfonos y
direcciones de mail. Durante la semana previa a la
partida, mientras preparábamos el equipo, íbamos siguiendo el comportamiento
del tiempo en la zona del Cristo Redentor. Las noticias eran malas: nevadas
copiosas. Finalmente el mail de Adrián que nos daba esperanzas casi nulas de ir
al Santa Elena. Finalmente el viernes 29 a las
19:30 nos fuimos encontrando frente a la dársena 12 de la terminal de retiro.
En total 13 miembros de la “expedición”: Inés, Mar, Cecilia, Ana, Nancy,
Natalia, Adrián, Alejandro, Ezequiel, Héctor, Oscar, Cesar y Juan; el 14°
(Gustavo) ya nos esperaba en Vallecitos. Porque finalmente el Cristo
Redentor era inaccesible y nos dirigíamos a Vallecitos. La cumbre a intentar la
decidiríamos allí. Un viaje normal con el
tradicional lomito de Moreno y los mates matutinos, sólo matizado por una
temeraria maniobra de nuestro chofer (a partir de ese momento apodado “Otto”).
Llegamos a la terminal mendocina a las 9:50 y luego de ajustes “técnicos” y
cargar las mochilas en la combi partimos rumbo a Vallecitos. Después de la
tradicional escala para comprar vicios para el desayuno – almuerzo en la YPF
cercana a la bifurcación de la ruta 40 con la 7, marchábamos rápidamente
hacia nuestro destino cuando nos sorprendió una sacudida de nuestro vehículo
al pasar sobre el puente del arroyo Las Avispas a eso de las 11:15. Alguno de los que iba atrás dio
la voz de alarma “algo parece haberse caído del techo” lo que fue
confirmado al mirar hacia atrás: una mochila roja rodeada por los restos de lo
que alguna vez había sido un coqueto cubre mochila fluo se encontraba en medio
de la ruta y una camioneta se detenía a un par de metros de ella. Rápida detención y salida de
todos los integrantes. Todos mirando para arriba para ver donde estaba “su”
mochila. Y la “afortunada” resultó ser Nancy ya que suya era la mochila que
había salido volando. Desgracia con suerte: el aislante y la bolsa de dormir se
encontraban dentro de la camioneta. Repuestos del susto y aseguradas
nuevamente las mochilas en el techo continuamos el camino. A las 12:35 paramos en el refugio
San Bernardo donde subió Gustavo y a las 12:45 arribamos al fin al refugio de
sky de Vallecitos (2930 msnm), punto final del recorrido en combi. Descargamos el equipaje, nos
acomodamos y emprendimos la caminata hacia arriba. A las 14:50 llegábamos los
últimos a Las Veguitas (3240 msnm). < Cenamos y nos acostamos. Al día
siguiente partiríamos a las 8:30. Alrededor de las 7:00 comenzaron
los movimientos en las carpas. Después de la primera noche los dolores de
cabeza y malestares diversos estaban a la orden del día pero nada grave. A las 8:35 nos reunimos y
emprendimos la marcha. El día estaba espectacular, ni una sola nube y sin
viento. Cruzamos el cañadón frente a la ladera del San Bernardo, donde
Alejandro decidió que era hora de remojarse los pies. Continuamos la ascensión
hasta las 9:25 cuando hicimos una primera parada a 3387 msnm. Luego de 5 minutos
seguimos hasta las 9:50 a 3420 msnm donde hicimos otra breve parada. La
siguiente etapa duró hasta las 10:40 a 3630 msnm y la tercera hasta las 12:05 a
3545 msnm. A esa altura era evidente que íbamos bastante despacio. La nieve (no muy abundante) tapaba las piedras que eran de tamaño mediano y no permitía ver claramente cuales eran inestables y cuales no. Esto los llevaba a un avance lento y accidentado. Los cuentos se sucedían. En la Seguimos con cuentos y chistes
hasta las 13:40 cuando a los 4034 msnm ya en el collado que separa al San
Bernardo del Capilla nos detuvimos por quinta vez. Bastante cansados pero con la
cumbre al alcance de la mano, Adrián repartió unas pastillas de glucosa entre
los más agotados. Al continuar, Ana sintió fuertes palpitaciones. Al tomarle
el pulso su ritmo cardíaco era de 180, por lo que muy a su pesar debió
quedarse en el lugar junto con Ezequiel. Los demás continuamos el ascenso
y a las 14:40 alcanzamos la cumbre del San Bernardo a 4153 msnm según el GPS. Felicitaciones, abrazos, alegría
y fotos de cumbre. Mar depositó el testimonio que había preparado Ana y
emprendimos el descenso para ir a almorzar al punto donde nos esperaban Ana y
Ezequiel. A las 15:15 nos reencontramos con
ellos y nos dispusimos a almorzar. Media hora más tarde nos dirigimos a hacer
cumbre al Capilla que estaba al alcance de la mano. ¡Primera cumbre de más de
4000 para Ana! Eran las 16:10 cuando emprendimos
el descenso. Cansados pero contentos emprendíamos una carrera contra el tiempo
ya que no nos quedaban muchas horas de luz. Fuimos bajando con Adrián a la
cabeza hasta alcanzar los 3700 msnm aproximadamente. Allí continuamos bajando
el grupo de vanguardia mientras Adrián esperaba a los más rezagados (el resto
del descenso si bien largo era más sencillo). Bastante agotados y
deshidratados, casi sin ganas de cocinar algo y con la oscuridad avanzando, nos
hidratamos lo mejor que pudimos, picamos algo (la carpa de Alejandro y Héctor
nos recibió en su comedor 5 estrellas con queso, salamín y ¡cantimpalo! Para la mañana siguiente fijamos
como hora de salida las 10:30. A las 8:00 se sintieron los primeros movimientos.
Desayuno, desarmar las carpas, armar las mochilas y para abajo. A las 11:30
llegamos al refugio, nos sacamos las fotos grupales (una por cada cámara que
habíamos llevado) y salimos en la combi rumbo a Mendoza. Un trayecto sin novedades que a
eso de las 13:30 nos depositó en la terminal de ómnibus. Almuerzo de sándwiches de lomito
(una verdadera delicia) regado por generosas botellas de cerveza; duchas varias
y a esperar la partida del bus a las 18:00. Gustavo e Inés se separaban del
grupo ya que regresaban en otro bus un poco más tarde y la llegada a último
momento de Nancy (había ido a comer un riquísimo almuerzo vegetariano a casa
de una amiga – y por supuesto aprovechado para hacerse la planchita) fue el
punto culminante de la tarde.
Pasaron los 15 minutos y “Otto”
se puso impaciente. Atronaba con la bocina llamando a los pasajeros y nosotros
nos hacíamos los distraídos. Cesar se destacó en búsqueda de los “pizzeros”
y Natalia se lo chamuyó a “Otto”. Que le dijo nunca se sabrá, el hecho es
que la bocina dejo de sonar y nos dio tiempo para que nuestros compañeros
llegaran a paso veloz con 5 trofeos circulares de delicioso aroma. Pocas cosas tan ricas como la
pizza después de la montaña. Y pocas cosas tan divinas como una noche
durmiendo a pierna suelta. A la mañana siguiente en la
parada de Liniers nos dejaron Mar, Adrian y Ezequiel y media hora más tarde
llegábamos a Retiro, donde el resto nos despedimos para enfrentar un nuevo día
de trabajo. ¡Excelente experiencia!
¡Inigualables compañeros de aventura! ¡Hasta la próxima! |